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lunes, 6 de enero de 2014

Cognición y Envejecimiento


El envejecimiento poblacional trae como consecuencia un aumento en la incidencia de trastornos patológicos asociados con la edad.[1] Las alteraciones de la función cognitiva representan una de las principales causas de consulta en los adultos mayores, la prevalencia de este tipo de patologías es variable de acuerdo con el nivel cultural, el acceso a los servicios de salud, la calidad de la atención y los medios disponibles para un diagnóstico adecuado, sin embargo, el impacto que tienen en la calidad de vida y la relación con el riesgo de sufrir demencia las convierten en un problema de primer orden en el panorama epidemiológico de la población geriátrica.[2]

Kral fue el primero en establecer la existencia de dos patrones de envejecimiento cognitivo, uno benigno y otro maligno. El primero, que puede ser considerado fisiológico, se relaciona con la pérdida de memoria, especialmente de información episódica reciente de poca relevancia para el individuo; y el segundo, considerado como una alteración patológica de la cognición, relacionado con la pérdida de memoria que se presenta en el curso de los procesos demenciales. Investigaciones posteriores han planteado la existencia de una relación, aun sin aclarar por completo, entre las alteraciones, benignas o malignas de la memoria, y la aparición de  cuadros de demencia, dando lugar a la aparición de nuevas clasificaciones enfocadas a precisar el diagnóstico y establecer el pronóstico del paciente a largo plazo.[3]

La relación existente entre el envejecimiento y la disminución de las funciones cognitivas ha sido demostrada ampliamente por diferentes grupos de investigadores. En términos generales, la pérdida de memoria asociada a la edad parece estar relacionada con la disminución de la eficacia en el procesamiento y recuperación de información, especialmente de aquella información que se encuentra almacenada en la memoria  de corto plazo y/o en la memoria episódica reciente (comentarios, razones, lugares donde se han dejado las cosas, entre otros).[4]

La mayor parte de los estudios clínicos llevados a cabo para valorar la función mnésica mediante la aplicación de pruebas neuropsicológicas específicas han demostrado que individuos sin demencia, con edades comprendidas entre setenta y setenta y cuatro años, pueden obtener puntuaciones hasta un cincuenta por ciento más bajas que las que se encuentran en sujetos con edades entre 25 y 34 años y que esta diferencia aumenta proporcionalmente en personas que se encuentran por encima de los 75 años.[5]

La investigación más importante acerca de la relación existente entre la edad y el desempeño cognitivo fue llevada a cabo en 1955 mediante la aplicación de la Escala de Inteligencia Wechsler para adultos (WAIS - R). De acuerdo con los resultados obtenidos en este estudio de corte transversal, las funciones cognitivas presentan un deterioro progresivo a partir de la tercera década de la vida, no obstante, dada la gran cantidad y diversidad de variables que pueden influir el proceso de evaluación neuropsicológica (diferencias cognitivas individuales, nivel premórbido, trastornos concomitantes, criterios y condiciones de aplicación de las pruebas, entre otras), no ha sido posible definir con exactitud puntos de corte plenamente confiables.[6]

Estudios longitudinales posteriores han arrojado resultados contradictorios entre las cohortes evaluadas. Algunos investigadores han demostrado que puntuaciones elevadas obtenidas por individuos sin evidencia de alteraciones cognitivas en las pruebas efectuadas a través del tiempo no se alteran en forma significativa, sin embargo, otros grupos han confirmado la existencia de una disminución variable de la capacidad cognitiva frente a pruebas neuropsicológicas especializadas a pesar de la ausencia de disfunción cognitiva de base en los sujetos de investigación.[7]

Los problemas de memoria asociados con la edad parecen tener origen en una disminución de la eficiencia en los procesos de almacenamiento y recuperación de la información. Según Joshi y Morley (2006), el recuerdo de eventos pasados se basa en la evocación de información almacenada en la memoria de largo plazo, la cual puede estar acompañada por detalles contextuales específicos (recolección) o por la sensación de que una situación determinada es nueva o vieja (familiaridad).[8]

La evidencia existente permite afirmar que la recolección tiene asiento anatómico en el hipocampo y que la familiaridad depende de conexiones neurales del rinocórtex, viéndose más afectada la primera que la segunda a lo largo del proceso normal de envejecimiento. Aparentemente, el paso del tiempo determina una disminución funcional de las conexiones neuronales de la red hipocampo – área retroesplénica – corteza témporo parietal, fenómeno que se ve compensado con un incremento en la actividad de la red neural existente entre el rinocórtex y la corteza frontal.[9]

Los procesos cognitivos comprometidos con mayor frecuencia después de los cincuenta años son la capacidad de manipulación de información (memoria de trabajo), la ubicación de la información en tiempo y espacio (memoria episódica), la conceptualización (memoria semántica), el uso de la información almacenada en forma inconsciente (memoria implícita)  y el recuerdo libre de palabras e historias (memoria a largo plazo). Las diferencias en relación con la edad son menores si se trata de recordar información y no de codificar o retener dicha información en el sistema.[10]





[1] Joshi S, Morley J. Cognitive Impairment. Medical Clinics of North America. 2006; 90 (5): 769 – 87.
[2] Ramírez - Expósito MJ, Martínez – Martos J.M. Alteraciones neuronales inducidas por procesos degenerativos en el sistema nervioso central. Influencia del envejecimiento normal y patológico. Rev Neurol 1999; 29: 824 – 33.
[3] Bartrés – Faz, Clemente I, Junqué C. Alteración cognitiva en el envejecimiento normal: nosología y estado actual. Rev Neurol 1999; 29:64 – 70

[4] Palacios V. La Memoria Humana. Documento Electrónico disponible en: http://neuropsicologia-palacios.blogspot.com/. Última consulta: Agosto de 2009
[5]  López O.L. Clasificación del deterioro cognitivo leve en un estudio poblacional. Rev Neurol. 2003; 37: 140 – 4.
[6]  Bennett D. Mild Cognitive Impairment. Clinics of Geriatric Medicine. 2004;20: 15 -25.
[7] López O.L. Op Cit. 4
[8] Joshi S, Morley J. Op. Cit 1
[9] Kelley R.E. Memory Complaints and Dementia. Primary Care. 2004; 31 (1): 129 – 48.
[10]  Kelley R.E. Op Cit. 9

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