Es una prueba
utilizada en neuropsicología clínica como un instrumento de tamizaje para la
detección temprana de demencias. La prueba incluye la aplicación de un
cuestionario, acerca de las capacidades del paciente, al individuo objeto de
evaluación y al cuidador.[1]
La prueba, de
fácil aplicación, puede durar alrededor de cinco minutos, siendo necesaria la
utilización por separado a cada uno de ellos. El cuestionario registra el
juicio del paciente y su cuidador o familiar, con respecto a la pérdida o
conservación de la memoria explícita episódica, siendo este componente, uno de
los primeros en afectarse en el curso de las demencias.[1]
Las preguntas
incluidas en el cuestionario tienen cuatro opciones de respuesta, con una
puntuación de cero en los casos en que se cree que no existe la dificultad de
memoria propuesta; un punto, cuando se presenta en raras oportunidades; dos
puntos, cuando se da ocasionalmente y tres puntos cuando la situación se
presenta con gran frecuencia en la vida cotidiana del individuo valorado con la
prueba. [1]
Se recomienda
dar lectura a las preguntas en forma clara y pausada, teniendo en cuenta que
aquellas que no sean aplicables a los pacientes objeto de la evaluación (v.g.
¿Tiene dificultad para seguir un programa de televisión?, en los casos en que
el paciente no tiene aparato de televisión o no tiene por costumbre llevar a
cabo dicha actividad), no deben ser calificadas, entregándose un puntaje final
sobre la cifra real de las que han sido efectivamente respondidas (42 o 39
puntos, y no 45, según el caso).[1]
[1] Cano C. Diagnóstico y Tratamiento de las Demencias.
Clínica de Memoria. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1999.
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